viernes, 25 de febrero de 2011

El día que conocí a Charlie Harper



Recuerdo que conocí a Charlie en Puerto Vallarta, una mañana en la que mi estómago estaba desecho después de tomar un día antes más de 20 micheladas con mucho chile y limón en la alberca del hotel, rodeado de bellas mujeres. Desde aquella borrachera, mis entrañas no me permiten más de diez tragos en 24 horas.

Esa mañana, el dolor en los riñones ya no me dejó estar más tiempo en la cama, aunado al hedor a borracho, mariguana y sexo en todo el cuarto, donde amanecimos hombres y mujeres esparcidos en dos camas matrimoniales. Recuerdo que lo primero que dijo fue: “Tengo una cura infalible para la resaca… nunca dejes de tomar”. Su sabiduría me dejó impactado. Mi amigo Martín ya estaba despierto y escuchaba sus enseñanzas.

Ahí estuvimos, dos horas o más, escuchando a Charlie y admirando su don con las mujeres. Nos explicaba que el secreto era la técnica impecable y el pene enorme (ya chingué). Nos habló del alcohol y cómo después de cualquier relación fallida, hay que dejar que la curación empiece con unos tragos. Nos dijo que el amor no es ciego, que es un retrasado mental y que por cada mujer hermosa, hay un tipo cansado de escucharla sólo para tener sexo.

Ayer, la CBS decidió que Charlie ya no podrá nunca más compartir su infinita sabiduría con los simples mortales que seguíamos sus enseñanzas. Se cansaron de que se acostara con estrellas porno, de que se metiera más droga que Courtney Love (para los menores de 20, es como la Lindsey Lohan de los 90) y que insultara a cuanto se le pusiera enfrente. Por eso, @joaquinfuentes, @Antonio_pera y su servidor, lanzamos la convocatoria para marchar ebrios y desnudos, en una de esas, lo perdonan. 

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