lunes, 9 de julio de 2012

La Congelada de Uva


La primera vez que la vi en vivo, yo tenía como 16 años. Estaba en un toquín de surf en el Foro Alicia y en el intermedio ella hizo hablar a su vagina. Después se bajó del escenario y comenzó a darnos arrimones a la bola de mugrosos que estábamos ahí. Desnuda, se colgó de mi pierna sudada y comenzó a restregarse en todo mi cuerpo. Después fue con diez o veinte más. Es un hecho, su performance me marcó. Por eso decidí buscarla años después. En el 2008 entrevisté a Rocío Boliver “la Congelada de Uva” para el periódico El Centro. Su entrevista jamás fue publicada porque el diario cerró. Esta es la redacción apresurada de esa entrevista de cuatro horas en su departamento de la calle Agustín Melgar. El objetivo, conocer “el otro yo” del personaje. Después, si me dan ganas, les contaré todo lo demás.



Su vida es el sexo y por momentos no parece pensar en otra cosa. Lo demuestra en cada performance que hace, o como ella les llama, "perfumes", en los que ha recitado poesía con los labios de su vagina, se ha metido todo tipo de objetos por el cuerpo y ha excitado a cuantos hombres y mujeres se le ponen enfrente.

Se trata de Rocío Boliver, la Congelada de Uva, una mujer que vive del y para el sexo. Que caminando por la calle puede desnudarse y empezar un performance; una mujer  que en los antros de peor reputación ha hecho concursos para ver quien le saca una congelada con la boca de la vagina.

Una niña que en quinto de primaria sedujo a dos de sus maestros, dos hermanos que pelearon entre sí por ella; una chica que fue modelo, se hizo millonaria en un instante, viajó por el mundo y despilfarró todo su dinero; una joven que fue reportera de Jacobo Zabludovsky para convertirse después en el personaje de La Polaca, en Tv Azteca. Una mujer que se cogió a artistas, periodistas, choferes de microbús y albañiles.

Por eso es difícil imaginar a la Congelada de Uva como madre, y ella asegura que éste es su otro yo, porque el convertirse en mamá la hizo ser un poco "menos egoísta y pensar más en lo que le estaba haciendo a mi hijo", Sebastián, de 18 años de edad.

"Yo no sabía que existían los niños antes de que estuviera embarazada, es más, ni los había visto, no tenía conciencia. Mis amistades me preguntaban cómo le hacía con mi hijo, pues desde que el nació yo ya estaba escribiendo literatura erótica. Nunca le escondí nada, hasta me ayudaba a hacer ciertos objetos de arte con mi vello púbico y cosas así", cuenta Rocío, la madre.

"Para mi fue muy difícil porque no tenía ni puta idea lo que significaba ser madre. Ahí entendí la frase 'vales madre', porque en realidad eso es lo que pasa. Hay algo que se antepone a tus deseos, a tu hambre, a tu dolor físico y a tus sueños, y es esa personita.

"Yo saqué diez en mi parto, pero pensé que ahí terminaba la tarea. Como siempre me han consentido mucho y he sido muy egoísta, cuando nació mi hijo, yo tenía mucha hambre, y cuando ya iba a desayunar, me lo llevaron para que lo amamantara, y nada más vi como se alejaba mi desayuno. Pero me puse a mi hijo a un lado y pedí que me trajeran de vuelta mi desayuno".

"Yo lloraba y decía no, tengo hambre, pero ahí me di cuenta que la madre deja de ser esa persona para volverse alguien que tiene que dar, dar y dar, porque de ahí viene todo el rollo de ser madre, cosas que yo en la vida había hecho", confiesa Rocío.

"Sé que en muchas ocasiones Sebastián se ha conflictuado, porque para un chavo no ha de ser tan sencillo tener de madre a la Congelada, que tus amiguitos vean a tu mamá encuerada, o metiéndose objetos por el ano y por la vagina, sé que no ha sido fácil para él, pero sé que hubiera sido más difícil para los dos esconder lo que hago, lo que pienso y lo que veo", asegura el otro yo de la Congelada de Uva.

¿Por qué Congelada de Uva?

 Cuando Rocío iba en la primaria, era una mujer delgada, tímida, enferma de un riñón y llena de culpas y miedos, según sus propias palabras. Compraba congeladas para masturbarse con ellas, sus preferidas las de uva, porque cuando se consumía toda la congelada dentro de ella, dejaba un pequeño trozo para comerlo, siempre de ese sabor.

Pudo ser también la chica Dixo, porque se masturbaba también con bicolores de esta marca.